¿Ayuda automatizar aprendizajes?
Según el neurocientífico Joaquin Fuster existen distintos tipos de memoria, cuyas conexiones se van debilitando con el tiempo. Pero es curioso que aquellas conexiones que se establecieron en un periodo concreto de nuestra niñez ( de 6 a 10 años) no se debilitan tan fácilmente, si lo hacen, apenas las refrescamos somos capaces de recuperarlas tal y como lo aprendimos. Esa poesía, adivinanza, refrán o dicho, tablas de multiplicar, canción, técnica de deportes o instrumento musical, etc….
Siempre, desde mi opinión personal, hacer aprendizajes automáticos va a tener dos efectos importantísimos para que el cerebro rinda mejor. Por un lado, el aprendizaje automático libera a la memoria de trabajo de espacio y esfuerzo y, por otro, economiza el recurso limitado de la atención[1].
Dominar para ser eficiente
Mientras más aprendizajes automáticos tengamos más eficiente es nuestro cerebro. ( Focus , D. Goleman) Al automatizar procesos estamos liberándole de esfuerzo para hacer otras cosas. De que respiramos solo caemos en la cuenta cuando nos falta el aire. Ocurre con los profesores bilingües, si han automatizado la gramática y dispone de fluidez verbal, se pueden concentrar en responder a una pregunta en otro idioma. Si domino la técnica del tenis y no estoy contando los pasos, pensando en que me tengo que preparar para el golpe o calculando distancia, puedo predecir los movimientos del contrario ya desde que le devuelvo la bola y además crear una táctica. Con dominio del violín puedo expresar e inventar música dominando también el lenguaje musical. Manejando vocabulario, una gramática consecuente y recursos literarios suficientes, puedo elaborar ideas, crear y exponer pensamientos nuevos fluidamente.
Si los niños dominan el cálculo mental o las tablas de multiplicar fluyen mejor en aquellas actividades que necesitan discurrir y razonar. Hay un periodo especialmente plástico en el que son capaces de repetir miles de veces aquella actividad en la que quieren ser expertos. Llegan a hacerse casi obsesivos y logran dominar una habilidad impensables para nosotros los adultos. Los 7- 8 años es un periodo sensible para aprender estos aprendizajes que requieren de repetición. No es de extrañar que sin saber de neurociencias, los maestros decidieran que es la mejor edad para aprender las tablas de multiplicar. Lo que tenemos que hacer los maestros es hacer que disfruten con este aprendizaje memorístico.
Simultanear tareas
La concentración dirigida a un foco nos secuestra la atención y la neurociencia nos evidencia que no atendemos a dos cosas a la vez sino que simultaneamos el foco de atención D. Goleman)., esto es saltamos de una a otra. La manera de llevar a cabo varias tareas fácilmente es que algunas de ellas las automaticemos.
Habla interior
Un recurso muy útil cuando los aprendizajes automáticos pueden traicionarnos son las autoinstrucciones. Es un habla interior que nos secuencia la acción para mantener la atención (El Instinto del Lenguaje, Pinker).
Creatividad y potencial
Los niños se atascan en sus exposiciones porque no tienen recursos lingüísticos y se bloquean en la resolución de problemas porque derrochan tiempo en cálculos mentales fallidos, en encontrar esa palabra que se resiste o en mantener la idea de una exposición porque fluye la oratoria, que dibuje paisajes encantados dominando el trazo o el color, etc… para llegar al estado de flujo donde se crea e inventa que es altamente gratificante.
Llenémosle de recursos y herramientas cerebrales si queremos que expresen su creatividad y démosle la oportunidad de encauzar bien ese potencial que sabemos que tiene.
[1] Jesús Guillén https://escuelaconcerebro.wordpress.com/2012/03/04/la-atencion-un-recurso-limitado/